Desde los inicios del siglo pasado, los regímenes que se han sucedido en nuestro país han trabajado para evitar la construcción de una ciudadanía real y participativa en los hombres y mujeres que vivimos en esta parte de la geografía caribeña. Primero cabe citar la primera intervención norteamericana que por medio de su poder avasallante y la soldadesca que le servía de soporte, delineó los marcos para adocenar el espíritu aguerrido y bravío de los dominicanos, que hasta ese momento se caracterizaba por ser fiel a la palabra empeñada y no permitir ofensas a sus principios y valores ciudadanos de la época.
Al irse, las tropas de invasión (1924) se aseguran de que queden al frente a las cosas públicas del país los elementos más serviles y genuflexos al poder imperial; a fin de que les garanticen que las expropiaciones y violaciones hechas en el marco de la intervención fueran preservadas por encima de los intereses del pueblo y de la nación dominicana. Se moldeó así un ciudadano servil, semejante a los parias o cipayos.
Poco tiempo después aparece un Trujillo como “Benefactor de la Patria” y quien se encarga, de nuevo con la soldadesca y con elementos serviles, de borrar la discrepancia a su régimen y de eliminar a los que el Dictador consideraba sus enemigos. La construcción de ciudadanía sufrió el golpe más rudo de toda la historia contemporánea. Los llamados “ciudadanos” en época de la dictadura eran en verdad, cortesanos y marionetas de las apetencias del sátrapa.
Aparece el Profesor Bosch y en su programa y planteamientos reivindica la ciudadanía con ribetes de decencia y decoro (ésto, independientemente de mi posición personal); pero de nuevo la soldadesca con el poder imperial y con los mismos serviles de ayer y ahora bautizados por la iglesia católica, echan de bruces hacia el zafacón la primera construcción de ciudadanía del siglo XX en la nación dominicana.
Como ese ensayo creó terror en los que se benefician de la condición de habitantes de aquellos que deben ser ciudadanos, se trabajó (los mismos sectores y actores) para que tomara el poder el Dr. Balaguer, quien había sido formado bajo un régimen que despreciaba a los ciudadanos. El resultado fue aleccionador: muchos habitantes en búsqueda de canonjías, endiosamiento del caudillo y los que osaron ser ciudadanos, a la cárcel, al exilio o al cementerio. El resultado final: un ciudadano vil y clientelista.
Hoy, y en los inicios del siglo XXI, se presenta un cuadro interesante: Los principales partidos de la República Dominicana (PLD, PRD, PRSC y otros) se resisten y desprecian la construcción de un ciudadano real y participativo (como ayer) y es así como los vemos a todos repartiendo canonjías al por mayor y al detalle, se premia la corrupción, se trabaja para que haya muchos habitantes y pocos ciudadanos, los politiqueros de todas las layas se quieren alzar con una cuota de poder y lógicamente con parte del pastel de la nación dominicana, se violan las leyes y normas, se protege y se trafica con la influencia, se usa el nepotismo y el amiguismo como carta de presentación, se depreda el erario público. En fin, se quiere construir y mantener un ciudadano vil y clientelista.
Si alguien osa ser candidato con decencia y respetando las normas, de inmediato se le endilga el San Benito de que “si no tiene cuarto y no reparte canonjías y corrompe, no va pa’parte”.
Autor: Ing. Rafael Matos Féliz
Miembro de la Alianza Estratégica por el Desarrollo Sustentable de la Provincia de Barahona.
(http://elbiran.com/columnistas/opiniones.php?action=fullnews&showcomments=1&id=7)
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