Si alguien osa ser candidato con decencia y respetando las normas, de inmediato se le endilga el San Benito de que “si no tiene cuarto y no reparte canonjías y corrompe, no va pa’parte”.
Con esa frase lapidaria concluimos la primera presentación de esta columna. En dicha frase se esconde un mundo de perversiones ocultas. Primero se quiere decir que el quehacer político es para los politiqueros y por tanto, la decencia en las funciones públicas debe irse al carajo. Esto así porque el que reparte asume que está sembrando y luego debe cosechar y al salir electo debe cobrar con creces lo que “invirtió”.
También con esa expresión, el que la sustenta y defiende busca ponerse “donde el capitán lo vea”, pues como se está promocionando al tigueraje (así mal escrito y en dominicano) se espera que le salga algo de la repartición de las canonjías, pues al fin y al cabo es cuarto lo que se busca. Otro criterio sin principio que subyace en la expresión que analizamos es que “con decencia y seriedad no se va al colmado”. Con esto se quiere decir que para comprar alimentos y comer la gente debe prostituirse y convertirse en persona vil y canalla. Con ello los apologistas de la frase hacen una autobiografía de ellos mismos.
De aquí sacamos la conclusión que los defensores de la prostitución moral (los que se venden al mejor postor) son verdaderos desclasados y por lo tanto no son ciudadanos sino parias y miserables y deben ser tratados como tales. Para esta parte, extraemos la frase de Francois Marie Arouet Voltaire que plantea lo siguiente: Los que creen que el dinero lo hace todo, suelen hacer cualquier cosa por dinero.
Volviendo a la responsabilidad local en la construcción de ciudadanía, podemos describir ahora los cuatro tipos de ciudadanos que describe Ramón Tejada Holguín y los mismos son los siguientes:
a) Inmóvil apático: Aquellas personas a las que no les interesa la participación de ningún tipo. Maldicen la política y la culpan de todos los males. Los errores de los gobiernos les justifican su indiferencia. Con su apatía colaboran con la corrupción y la exclusión social.
b) Militante desencantado: personas con formación académica, informadas y con acceso a las tecnologías. Desde sus computadoras esparcen el virus de la indiferencia. Con visión autoritaria y creen que sus ideas son las únicas que valen. Son incapaces de sumar y eso los desalienta. Ayudan al clientelismo y a la corrupción por su inanición.
c) Participacionista clientelar: son personas activas que se movilizan por el beneficio individual e inmediato. Son los del “dame lo mío”. Estos estimulan la desigualdad y la exclusión. Consideran que la política es para élites y para los que tienen cuartos. Es la ciudadanía más generalizada.
Participacionista no clientelar: son personas que entienden que si se mejora todo el entorno, ellos también se benefician. Buscan y luchan por el establecimiento de reglas claras, precisas e iguales para todos. Se juntan con personas que piensan igual que ellos. Este tipo de ciudadanía es crítica, a veces ácida y ve a la sociedad como una construcción colectiva.
d) En la actualidad los principales partidos propugnan y favorecen los tres primeros grupos, pues eso les permite gobernar de espaldas a la población, desviar los recursos para sus bolsillos, mantener las carencias y crear un ejército de pobres como pedigüeños; eso les hace creer que tienen liderazgo.
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